Today’s gospel passage follows the story of Cleopas and his companion encountering Christ on the road to Emmaus. The two disciples invited the man to dine with them, not realizing he was Jesus. At the blessing and breaking of the bread, the disciples' eyes were opened, and they recognized that the one sitting around the table was their risen Savior. Soon after, Jesus startles another group of disciples who also did not recognize him at first glance. Their reactions beg the question: what keeps us from recognizing Christ in our midst? How can our senses be opened-–through prayer, sacred encounters, and acts of service—so that we are ready to greet Christ when he comes again?

Jesus proves the reality of his glorified human presence to the disciples when he posed the common, carnal question: Have you anything here to eat? The image of the risen Christ chowing down on baked fish is both amusing and profound. Our God rose to new life and brought the fullness of the human experience with him. There is no part of our realities that Christ did not redeem.

A core part of Jesus’s ministry was opening minds and hearts to the Scriptures. The Hebrews Scriptures—specifically the law of Moses, the writings of the prophets, and the psalms—shaped Jesus during his life. The Christian Scriptures that would come later continue the wisdom put forth in these ancient texts. The Son of God continues to open minds and hearts to the revelations in Scripture. Consider spending time each day praying with Scripture. See what Jesus may reveal to you through the sacred stories.

DEACON TOM



El pasaje del evangelio de hoy sigue la historia del encuentro de Cleofás y su compañero con Cristo en el camino a Emaús. Los dos discípulos invitaron al hombre a cenar con ellos, sin darse cuenta de que era Jesús. Al bendecir y partir el pan, los ojos de los discípulos se abrieron y reconocieron que el que estaba sentado alrededor de la mesa era su Salvador resucitado. Poco después, Jesús sorprende a otro grupo de discípulos que tampoco lo reconocieron a primera vista. Sus reacciones plantean la pregunta: ¿qué nos impide reconocer a Cristo entre nosotros? ¿Cómo se pueden abrir nuestros sentidos (a través de la oración, los encuentros sagrados y los actos de servicio) para que estemos listos para recibir a Cristo cuando regrese?

Jesús demuestra la realidad de su presencia humana glorificada a los discípulos cuando planteó la pregunta común y carnal: ¿Tenéis aquí algo de comer? La imagen de Cristo resucitado comiendo pescado al horno es a la vez divertida y profunda. Nuestro Dios resucitó a una nueva vida y trajo consigo la plenitud de la experiencia humana. No hay parte de nuestras realidades que Cristo no haya redimido.

Una parte central del ministerio de Jesús fue abrir mentes y corazones a las Escrituras. Las Escrituras Hebreas (específicamente la ley de Moisés, los escritos de los profetas y los salmos) moldearon a Jesús durante su vida. Las Escrituras cristianas que vendrían más tarde continúan la sabiduría expuesta en estos textos antiguos. El Hijo de Dios continúa abriendo mentes y corazones a las revelaciones de las Escrituras. Considere dedicar tiempo cada día a orar con las Escrituras. Vea lo que Jesús puede revelarle a través de las historias sagradas.